Un sacerdote congoleño de los Misioneros del Verbo Divino encuentra en la ciencia y la medicina una ayuda al servicio del Evangelio

Noticias de interés
Typography

DECATUR, Georgia (CNS) - La religión y la ciencia se han entrelazado en la vida del Padre Jean Ikanga SVD, y esto comenzó con una madre temerosa. Una mujer en su Congo natal quería desesperadamente ayuda para su hija de 9 años, enferma de "espíritus malignos". Preocupado por su historia, el Padre Ikanga les ofreció oración y acompañamiento pastoral, pero también les pidió a la mujer y a su hija que visitaran a un psiquiatra de la Universidad de Kinshasa.

A través de esa colaboración, los "espíritus" que poseían a la niña resultaron ser un síndrome de estrés postraumático, ya que la niña había visto cómo asesinaban a su padre, además de haber sido violada y sometida a una gran violencia. Fue la primera experiencia del Padre Ikanga sobre los misterios del cerebro y cómo procesa lo que le sucede a las personas. "Esa historia cambió mi vida", dijo. El padre Ikanga dijo que sentía que necesitaba más conocimientos para usar la ciencia y la medicina al servicio del Evangelio. Eso es lo que lo encaminó a la Universidad Emory en Atlanta. Después de más de una década de educación científica y médica en los Estados Unidos, el Padre Ikanga es un neuropsicólogo que trabaja en Emory. Ha encontrado que la fe y la ciencia se construyen una sobre otra. "Llegué a la fe al entender que mirar el cuerpo humano y no creer en Dios es imposible", dijo.

El sacerdote recuerda conversaciones con sus colegas que se sorprendían cuando les decía que no sólo estaba investigando las áreas desconocidas de la demencia, sino que también es sacerdote que celebra la misa los fines de semana. No podían imaginar que un sacerdote se convirtiera en uno de ellos. Para ellos, el sacerdote está en la sacristía y en el altar, no en el laboratorio. Están desconcertados porque un sacerdote pueda ser un colega ", dijo el padre Ikanga. El responde con la observación de que también es sorprendente que un científico pueda equilibrar las exigencias de la investigación y la paternidad. Cuando no asiste en las parroquias, el Padre Ikanga, de 45 años, atiende a pacientes en la Escuela de Medicina de la Universidad de Emory. Él ha estudiado en los EE.UU. desde 2006, comenzando en la universidad de Regis en Denver, donde sacó la licenciatura en ciencias mientras trabajaba en una parroquia local. Obtuvo su doctorado en psicología clínica en la Universidad Mercy de Detroit. La pasantía y la residencia durante los últimos tres años las ha hecho en Emory. Su residencia está en la Parroquia del Espíritu Santo de Atlanta.

En el Congo, hay pocos médicos para ayudar a las personas que viven con las consecuencias de la violencia. El padre Ikanga cree que cuando regrese será el único neuropsicólogo del país, con 67,5 millones de personas, 50 por ciento de las cuales son católicas. El Congo es el país más católico de África, de aproximadamente un cuarto del tamaño de los Estados Unidos. Partes de Congo, sin embargo, han sufrido a través de la guerra durante décadas. Unos 6 millones de personas murieron en los conflictos de 1996 a 2003. Las Naciones Unidas tienen 19.000 soldados desplegados allí, su más costosa operación de mantenimiento de la paz. El objetivo del Padre Ikanga es sentar las bases para un nuevo programa de neuropsicología en la Universidad Católica de San Agustín en Kinshasa. Mientras estaba en Detroit, también asistió a la formación como ayudante de medico, de modo que puede asistir a la gente enferma cuando una enfermera o un doctor no estan disponible. Sentado en una cafetería del Hospital de la Universidad de Emory, el padre Ikanga lleva una camisa azul con el emblema de la corporación. En el hospital, su atención se centra en la ciencia por el bien de sus pacientes, no en cuestiones de fe.

"Mis colegas saben que soy sacerdote. Mis pacientes no saben que soy sacerdote ", dijo. "Vienen a ser tratados, no vienen para el trabajo pastoral. Eso no surge cuando hablamos ". El Padre Ikanga es hijo de agricultores de café y son ocho hermanos. Asistió a la escuela católica y jugaba al fútbol por la tarde después de la misa. Su familia asistía a la misa dominical y era monaguillo. Cuando era joven no quería hacerse sacerdote, sino que se veía como piloto o como médico. Dijo que en casa aprendió sobre la fe católica y en la escuela aprendió sobre ciencia. "Yo era un niño brillante. Cualquier cosa relacionada con las matemáticas me gustaba. " Su vocación surgió al ver a un sacerdote pasar tiempo con su familia, cuidando a su madre y a su padre durante una crisis familiar. Eso le causó impresión. En la misa, más tarde, cuando al final se cantaba la oración de San Francisco, se dio cuenta de que su deseo era ser "un canal de paz como el sacerdote lo era para mi familia".

Después de 12 años de seminario, el Padre Ikanga fue ordenado en 2003 en la iglesia de San Luis Gonzaga, la parroquia donde fue bautizado y creció. Los superiores religiosos del padre Ikanga pensaron que sería bueno para él realizar estudios adicionales y regresar con prácticas de tratamiento actualizadas como miembro fundador del programa universitario. Fue entonces cuando se matriculó en la Universidad Regis. Él cree que el mandato de Dios es el que alimenta la ciencia. Lee la historia en Génesis sobre el mandato de Dios de "subyugar al mundo" como una instrucción para empujar los límites del conocimiento.
Dios nos dio la responsabilidad de "ser co-creadores y continuar la obra de la creación", dijo. El padre Ikanga se enfrenta cada día a la angustia que proviene de las aflicciones cerebrales de sus pacientes. Su área de especialización es la demencia que arrebata la memoria a las personas. "La demencia es un Viernes Santo en nuestra vida", dijo. "Sé que habrá un Domingo de Pascua cuando el sufrimiento haya terminado. Y estaremos cara a cara con Dios. "


***
Nelson: periodista del Boletín de Georgia, de la Arquidiócesis de Atlanta.